No suelo ser de las personas que se arrepienten de sus acciones, sino más bien de sus palabras.
Siempre he creído que las palabras tienen más valor que nada en el mundo, recuerdo que cuando era pequeña papá y mamá podían decir cosas que aún recuerdo con tal perfección, como lo que estoy escribiendo justo ahora, no creo que sea por el hecho de que sean mis padres, sino por el hecho que las palabras tienen un poder y un valor tan importante en la vida de todo ser humano; como cuando el médico te dice: “Usted tiene cáncer”, seguramente no olvidaras esas palabras en lo que resta de tu vida, o cuando te nombran en el primero de la clase, seguramente tus padres se sentirán orgullosos y tú nunca olvidaras que fuiste ese año el mejor de tu clase… y que me dices cuando tomas el valor y la pasión y le dices a esa persona que no es alguien más sino “esa persona”: “Estoy enamorado de ti”… esas son palabras con poder, con valor, con pasión, palabras de peso, no son palabras vacías, sin importancia, no son palabras que el viento se puede llevar; por las palabras pueden ser vida, pasión, amor, tristeza incluso pueden ser muerte.
En mi corta vida y digo corta porque creo que me hace falta tanto por decir y escuchar que no he vivido nada, sin embargo en muchas ocasiones han salido de mi boca palabras que han sido totalmente espantosas y otras extremadamente bellas, y cuando digo bellas es porque han salido de lo más profundo del corazón, es porque han sido sinceras, es porque han sido reales, y aunque he tratado de olvidarlas imposible me es borrarlas, son de esas palabras que quisieras nunca haberlas dicho, no porque no sean reales, sino porque te exponen, te quitan el escudo, porque tus sentimientos quedan en el aire, y tú te vuelves vulnerable, es solo que nadie quiere serlo, nadie quiere ser débil, nadie quiere que su corazón sea roto, nadie quiere ser frágil y mucho menos en donde tu si eres real, donde no hay máscaras, donde eres tú.
Hoy tengo un sentimiento extraño, he dicho esas palabras… esas palabras que quisieras no haber dicho… y no porque no las sientas, sino porque expones tu corazón de la manera más fácil, de la manera más lógica y puedes resultar herido de la manera más cruel, de la manera más triste… sin embargo la razón me dice: “¿Por qué te arrepientes?” y es que tiene sentido, no he dicho nada malo, no he ofendido a nadie, lo que dije fue honesto, fue real, fue sincero, por lo que no hay que arrepentirse, no hay porque avergonzarse, no hay porque sentirse mal… lo único que puede salir mal es que te rompan en corazón y entonces en ese caso ¿Qué harás? Recogeré los pedazos, limpiare el polvo de mis botas, sacudiré mis manos y seguiré andando, porque esa es la mejor respuesta, esa es la única salida, porque eso es lo que haré, y al final de cuentas es la señal de madurez.
Siempre he creído que las palabras tienen más valor que nada en el mundo, recuerdo que cuando era pequeña papá y mamá podían decir cosas que aún recuerdo con tal perfección, como lo que estoy escribiendo justo ahora, no creo que sea por el hecho de que sean mis padres, sino por el hecho que las palabras tienen un poder y un valor tan importante en la vida de todo ser humano; como cuando el médico te dice: “Usted tiene cáncer”, seguramente no olvidaras esas palabras en lo que resta de tu vida, o cuando te nombran en el primero de la clase, seguramente tus padres se sentirán orgullosos y tú nunca olvidaras que fuiste ese año el mejor de tu clase… y que me dices cuando tomas el valor y la pasión y le dices a esa persona que no es alguien más sino “esa persona”: “Estoy enamorado de ti”… esas son palabras con poder, con valor, con pasión, palabras de peso, no son palabras vacías, sin importancia, no son palabras que el viento se puede llevar; por las palabras pueden ser vida, pasión, amor, tristeza incluso pueden ser muerte.
En mi corta vida y digo corta porque creo que me hace falta tanto por decir y escuchar que no he vivido nada, sin embargo en muchas ocasiones han salido de mi boca palabras que han sido totalmente espantosas y otras extremadamente bellas, y cuando digo bellas es porque han salido de lo más profundo del corazón, es porque han sido sinceras, es porque han sido reales, y aunque he tratado de olvidarlas imposible me es borrarlas, son de esas palabras que quisieras nunca haberlas dicho, no porque no sean reales, sino porque te exponen, te quitan el escudo, porque tus sentimientos quedan en el aire, y tú te vuelves vulnerable, es solo que nadie quiere serlo, nadie quiere ser débil, nadie quiere que su corazón sea roto, nadie quiere ser frágil y mucho menos en donde tu si eres real, donde no hay máscaras, donde eres tú.
Hoy tengo un sentimiento extraño, he dicho esas palabras… esas palabras que quisieras no haber dicho… y no porque no las sientas, sino porque expones tu corazón de la manera más fácil, de la manera más lógica y puedes resultar herido de la manera más cruel, de la manera más triste… sin embargo la razón me dice: “¿Por qué te arrepientes?” y es que tiene sentido, no he dicho nada malo, no he ofendido a nadie, lo que dije fue honesto, fue real, fue sincero, por lo que no hay que arrepentirse, no hay porque avergonzarse, no hay porque sentirse mal… lo único que puede salir mal es que te rompan en corazón y entonces en ese caso ¿Qué harás? Recogeré los pedazos, limpiare el polvo de mis botas, sacudiré mis manos y seguiré andando, porque esa es la mejor respuesta, esa es la única salida, porque eso es lo que haré, y al final de cuentas es la señal de madurez.